El Sol y el Ego
Hoy tuve una conversación con mi maestro de Vida, y me dejó resonando esta reflexión.
El sol, majestuoso y ardiente, en su momento más pleno, tiene un momento en que, poco a poco, se oculta en el horizonte. No es un final triste, es un acto de grandeza.
El sol no se aferra al cielo, no lucha por brillar más tiempo. Sabe que su hora de descanso es el inicio de otro espectáculo. Sabe que al ceder su lugar, permite que la luna y las estrellas iluminen la noche.
En la vida, como en el firmamento, hay momentos en los que somos el sol. No se trata de ser siempre el centro, sino de entender que la grandeza verdadera está en sostener el brillo de los demás.
El ego y el individualismo nos pueden hacer creer que nuestro esplendor es lo único que importa. Pero cuando aprendemos a ceder el paso, o retirarnos con elegancia, o cuando impulsamos a otros, creamos constelaciones. Y una constelación siempre será más poderosa que una luz solitaria.
Aplica para todos los ámbitos.
El sol, majestuoso y ardiente, en su momento más pleno, tiene un momento en que, poco a poco, se oculta en el horizonte. No es un final triste, es un acto de grandeza.
El sol no se aferra al cielo, no lucha por brillar más tiempo. Sabe que su hora de descanso es el inicio de otro espectáculo. Sabe que al ceder su lugar, permite que la luna y las estrellas iluminen la noche.
En la vida, como en el firmamento, hay momentos en los que somos el sol. No se trata de ser siempre el centro, sino de entender que la grandeza verdadera está en sostener el brillo de los demás.
El ego y el individualismo nos pueden hacer creer que nuestro esplendor es lo único que importa. Pero cuando aprendemos a ceder el paso, o retirarnos con elegancia, o cuando impulsamos a otros, creamos constelaciones. Y una constelación siempre será más poderosa que una luz solitaria.
Aplica para todos los ámbitos.